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Los 7 mejores restaurantes mexicanos en Oaxaca

Oaxaca es, sin duda, uno de los destinos gastronómicos más importantes de México. Sus mercados huelen a maíz nixtamalizado, chocolate recién molido y hierbas que solo crecen en esta tierra bendita. Aquí no solo se viene a comer: se viene a entender el alma de un pueblo a través de su cocina. Y aunque los moles, las tlayudas y el mezcal son protagonistas indiscutibles, Oaxaca también es el escenario de propuestas que elevan la cocina mexicana a niveles sorprendentes, combinando técnicas ancestrales con creatividad contemporánea.

Mejores restaurantes mexicanos Oaxaca

En este artículo te llevamos por una ruta deliciosa que recorre los 7 mejores restaurantes mexicanos en Oaxaca. Desde cocinas tradicionales que mantienen viva la herencia de generaciones, hasta espacios modernos que reinterpretan la gastronomía nacional con valentía y respeto, cada uno de estos lugares ofrece una experiencia que va más allá del plato. Prepárate para descubrir rincones donde el comal nunca se apaga, los sabores son intensos y cada bocado te conecta con lo más profundo de México. ¿Listo para dejar que Oaxaca te hable a través del sabor? Entonces sigue leyendo, porque esta lista te va a abrir el apetito… y el corazón.

1. Terraza Istmo

5/5

Ubicado en el corazón del Centro de Oaxaca de Juárez, en lo alto del Hotel Boutique Casa Abuela María, Terraza Istmo es un rincón donde la cocina tradicional del Istmo de Tehuantepec se encuentra con una vista impresionante de la ciudad. Aquí no solo se sirve comida, se comparte cultura. La propuesta nace de una familia istmeña con raíces profundas en el zapoteco, y eso se nota en cada platillo: garnachas bien doraditas, tamales de masa suave con rellenos complejos, estofados con especias locales y salsas molidas en metate. Cada receta es una herencia, cocinada con el cariño de quienes aprendieron a cocinar desde niños al calor del comal.

Es ideal para comida o cena, gracias a su atmósfera versátil y el encanto que ofrece en distintos momentos del día. A la hora de la comida, el lugar se llena de luz natural y se presta para una sobremesa larga acompañada de aguas frescas o cervezas artesanales. Por la noche, la terraza se transforma: luces cálidas, música suave y un cielo oaxaqueño de fondo que invita a pedir una mezcalita, un mole istmeño o un ceviche de pescado con toque costeño. El ritmo es tranquilo, casi familiar, lo que convierte a Terraza Istmo en un espacio que se disfruta sin prisa.

La experiencia es ideal para amigos, parejas o familias pequeñas, ya que el ambiente relajado y la disposición de las mesas favorecen tanto la convivencia como la intimidad. Puedes venir a celebrar algo especial o simplemente a disfrutar de buena comida con quienes más quieres. Es común ver mesas donde se comparten varios platillos al centro mientras se brinda con mezcal o se disfruta de un postre como el tradicional nicuatole o los plátanos con crema. La vegetación que rodea la terraza añade frescura y una sensación de aislamiento del bullicio citadino, aunque estés justo en el centro.

El rango de precio ronda entre los 300 y 600 pesos mexicanos por persona, lo que lo coloca en un punto medio muy accesible considerando la calidad, el sabor y el ambiente. Una comida completa —entrada, plato fuerte, bebida y postre— se disfruta sin remordimiento ni excesos. Las porciones son generosas, pero invitan a compartir. Cabe mencionar que no admite mascotas, ya que el enfoque del lugar está centrado en crear una experiencia tranquila, cuidada y respetuosa del entorno, sin distracciones que puedan alterar el flujo natural de una comida hecha con el alma.

2. Mixtú

5/5

Ubicado en plena colonia Reforma, sobre Calzada Porfirio Díaz, Mixtú es un restaurante mexicano contemporáneo que ha sabido posicionarse como uno de los favoritos para quienes buscan sabor auténtico con un enfoque fresco y creativo. Aquí, los ingredientes oaxaqueños se combinan con presentaciones modernas, técnicas internacionales y un profundo respeto por la cocina nacional. El espacio es luminoso, con toques de madera, plantas colgantes y detalles que transmiten calidez. La terraza es un plus, perfecta para disfrutar del aire libre mientras se comparte una buena charla y un platillo que te deja con ganas de regresar.

Es ideal para desayuno o comida, ya que abre desde temprano y ofrece un menú que va desde lo reconfortante hasta lo sorprendente. En la mañana puedes encontrar chilaquiles con totopos artesanales, omelettes rellenos de quesillo y espinaca, enfrijoladas con un punto exacto de sazón y café de olla preparado con piloncillo y canela. Al mediodía, la carta se transforma con platillos más elaborados como su hamburguesa de res con pan artesanal, tacos de arrachera con tortillas recién hechas y ensaladas con aderezo de mango o chile pasilla. Todo tiene ese sello oaxaqueño, pero sin caer en clichés: es cocina mexicana honesta, bien servida y presentada con gusto.

El lugar es ideal para amigos, parejas o familias pequeñas, gracias a su ambiente relajado, mesas cómodas y un servicio amable que te hace sentir como en casa. Es común ver parejas desayunando tranquilamente, grupos de amigas compartiendo brunch o familias que disfrutan de una comida sencilla pero sabrosa. La atmósfera es casual, perfecta para platicar sin prisa y saborear sin interrupciones. Además, su terraza exterior permite una mayor intimidad y contacto con el entorno, lo cual lo convierte en uno de esos spots que no necesitas que alguien te recomiende dos veces para volver.

En cuanto al bolsillo, el rango de precio por persona va de 200 a 400 pesos mexicanos, lo que lo convierte en una opción accesible, ideal para quienes quieren comer bien sin gastar de más. Con ese presupuesto puedes disfrutar un desayuno completo, incluir una bebida o postre, y aún así salir satisfecho. Su excelente relación calidad-precio es parte de lo que lo ha hecho tan popular entre locales y turistas. Y lo mejor de todo: admite mascotas, por lo que tu lomito también puede acompañarte en la terraza mientras tú disfrutas de un platillo que no le pide nada a ningún gran restaurante.

3. Café Los Cuiles

5/5

En pleno corazón del Centro Histórico de Oaxaca, en una tranquila calle a pocos pasos del bullicio turístico, se encuentra Café Los Cuiles, un espacio que combina lo mejor de la cocina mexicana tradicional con la vibra relajada de una casa de artistas. El restaurante está instalado en una casona antigua con techos altos, muros de adobe y un patio central lleno de plantas, fuentes y mesas de madera. Es el tipo de lugar donde el tiempo parece detenerse: ideal para quienes disfrutan comer sin prisa, con música suave, café bien hecho y platillos que saben a hogar.

Es ideal para desayuno o comida, ya que su menú está cuidadosamente diseñado para ofrecer sabores auténticos en cualquier momento del día. Por las mañanas, los desayunos son protagonistas: huevos al gusto, chilaquiles con mole negro o verde, enfrijoladas con queso fresco y jugos naturales. Todo acompañado de café oaxaqueño de altura o un espumoso chocolate de metate servido en taza de barro. A la hora de la comida, la carta se amplía con opciones como enmoladas, tlayudas con tasajo, guisos del día y ensaladas frescas con ingredientes del mercado. La sazón es constante, con porciones generosas que te dejan satisfecho y feliz.

Este restaurante es ideal para amigos, parejas o familias pequeñas, ya que su ambiente es cálido y sin pretensiones. En el patio central es común ver a parejas disfrutando de un desayuno tardío, estudiantes con su laptop y un café, o grupos de amigos compartiendo tlayudas mientras conversan entre risas. Las salas interiores ofrecen un entorno más íntimo y acogedor, perfecto para una cita o una comida familiar tranquila. La decoración cambia con frecuencia, gracias a las exposiciones temporales de artistas locales que utilizan el espacio como galería viva.

En cuanto al costo, el rango de precio por persona va de 300 a 500 pesos mexicanos, lo que lo hace accesible sin sacrificar sabor ni calidad. Puedes comer muy bien sin gastar mucho, incluso si decides probar varios platillos o darte un gusto con el postre. La relación entre precio, ambiente y sabor es excelente, razón por la que tantos locales y viajeros regresan una y otra vez. Y lo mejor: admite mascotas, lo que lo convierte en una parada perfecta si andas con tu perrito. El patio es espacioso y agradable para todos, humanos y peludos por igual.

4. Turtle Bay (Puerto Escondido)

5/5

Enclavado en la encantadora colonia Rinconada, una de las zonas más tranquilas y bonitas de Puerto Escondido, Turtle Bay es un restaurante mexicano que eleva la cocina del mar con una propuesta moderna y relajada. Su concepto gira en torno a ingredientes frescos, pescados recién salidos del agua y mariscos preparados con recetas que respetan el sabor natural del producto. Su decoración evoca la vida costeña con colores claros, maderas naturales, textiles artesanales y una terraza abierta que deja pasar la brisa del Pacífico. Es un lugar que combina lo mejor de dos mundos: la calidez de una palapa oaxaqueña con la sofisticación de una cocina bien pensada.

Es ideal para comida o cena, ya que el menú es versátil y se adapta perfecto a cualquier momento del día. A mediodía, la frescura es protagonista con ceviches mixtos, tostadas de atún, ensaladas tropicales o tacos de pescado al grill, acompañados de aguas naturales o cervezas artesanales. Por la noche, la experiencia se vuelve más íntima con luces suaves, música discreta y platillos que resaltan por su presentación: pulpo a la parrilla, filetes de pescado con salsas de la casa, y cócteles con destilados mexicanos que sorprenden. Es el tipo de lugar donde se come con gusto y sin prisas, rodeado de un ambiente que invita a relajarse.

El espacio es ideal para familias, amigos o parejas, ya que la distribución del restaurante permite tanto reuniones animadas como cenas íntimas. Las mesas amplias en la terraza permiten compartir platillos al centro, mientras que los rincones más tranquilos ofrecen privacidad para conversaciones largas. Las familias disfrutan de la variedad del menú —que también incluye opciones para niños—, y las parejas suelen elegirlo como punto de encuentro para una cita especial sin formalismos. Además, la atención del personal es cercana y profesional, siempre dispuestos a sugerir combinaciones o explicar cada ingrediente con entusiasmo.

En cuanto al presupuesto, el rango de precio por persona va de 310 a 500 pesos mexicanos, lo cual es justo considerando la calidad de los mariscos, la ubicación y el servicio. Las porciones son generosas y los ingredientes, fresquísimos, provenientes directamente de la costa oaxaqueña. Aquí, el lujo no está en lo ostentoso, sino en lo bien hecho y en el sabor que se queda en la memoria. Es importante considerar que no admite mascotas, ya que el concepto del lugar está diseñado para un ambiente cuidado, pulcro y enfocado completamente en el confort del comensal humano.

5. Obispo Cocina Rural (Oaxaca)

5/5

En la tranquila colonia San Felipe, en la parte norte de Oaxaca de Juárez, se encuentra Obispo Cocina Rural, un restaurante que no solo ofrece comida mexicana tradicional, sino que la honra en su forma más pura. Su especialidad es la cocina mixteca, cocinada a fuego lento, con técnicas ancestrales y un profundo respeto por el origen de cada ingrediente. Desde el momento en que llegas, se percibe la conexión con el campo: un espacio abierto, con enramada, mesas de madera, sillas de colores y el aroma irresistible de barbacoa recién salida del horno de tierra. Es un lugar que te recuerda que la verdadera cocina nace de la paciencia y del conocimiento heredado.

Es ideal para desayuno o comida, y funciona perfecto para un almuerzo largo o un desayuno tradicional que se convierte en comida sin darte cuenta. Desde temprano, puedes pedir un consomé de borrego con tortillas calientes, un taco de barbacoa jugosa o una tetela rellena de frijol con queso y salsa molcajeteada. También hay opciones dulces como el rollo de chocolate, café de olla, chocolate espumoso y pan de yema. Conforme avanza el día, aparecen más guisos regionales, memelas, tlayudas o incluso birria de jabalí, preparada con una receta única. La sazón es inconfundible: casera, rústica, profunda.

Este espacio es ideal para familias, amigos o grupos pequeños que valoran la autenticidad de la comida y la tranquilidad de un entorno sin pretensiones. La disposición de las mesas en un patio techado al aire libre lo convierte en un lugar cómodo para convivir y compartir. Es muy común ver familias completas en domingo desayunando barbacoa, así como grupos de amigos probando distintos guisados al centro. También se ha convertido en un destino popular entre chefs y viajeros que buscan probar la cocina tradicional mixteca sin filtros ni artificios. Su ambiente rural, su atención sencilla pero cercana y su conexión con la tierra hacen que cada visita se sienta especial.

El rango de precio es uno de sus mayores atractivos: por 200 a 300 pesos mexicanos por persona puedes disfrutar una comida completa, bien servida y con ingredientes de primera. Puedes pedir varios platillos para compartir sin preocuparte por la cuenta, lo que lo hace perfecto tanto para una visita casual como para una experiencia culinaria más completa. Y si vas acompañado de tu lomito, no hay problema: sí admite mascotas, ya que su concepto al aire libre y su enfoque familiar permiten que todos, humanos y peludos, se sientan bienvenidos. Es, sin duda, una parada obligada si quieres entender a Oaxaca a través de sus sabores más profundos.

6. Taniperla (Oaxaca)

5/5

En pleno Centro Histórico de Oaxaca, sobre la emblemática Avenida Independencia, se encuentra Taniperla, un restaurante mexicano que combina compromiso social, identidad indígena y sabores profundos en cada plato. Lo que lo hace único es su origen: un colectivo tseltal proveniente de la selva Lacandona, Chiapas, que ha llevado su cocina y filosofía comunitaria hasta el corazón de Oaxaca. Desde el primer paso que das dentro del local, se percibe el cariño con el que todo está pensado: arte muralista, decoración con materiales naturales, menús escritos a mano y un ambiente que invita al respeto y a la contemplación.

Es ideal para desayuno, comida o cena, ya que abre desde la mañana y mantiene su calidez durante todo el día. Por la mañana, los desayunos se sirven con café de olla, huevos de rancho, tortillas recién hechas y opciones como memelitas, tamales o pan artesanal. A la hora de la comida y cena, la carta se vuelve más amplia: el famoso Mole Taniperla, pizzas hechas en horno con ingredientes locales, sopas espesas, ensaladas con semillas ancestrales y guarniciones con plantas comestibles poco comunes. La cocina tiene un enfoque profundamente artesanal y todos los productos provienen de economías locales y justas, lo que le da un valor agregado a cada platillo.

El espacio es ideal para amigos, parejas o comensales solos, ya que su ambiente relajado permite adaptarse a distintos tipos de visita. Las parejas encuentran aquí un rincón tranquilo donde cenar con mezcal en mano; los grupos de amigos disfrutan compartiendo platillos al centro, y los comensales que llegan solos son recibidos con la misma calidez. El personal es amable, cercano y muy conocedor de la historia detrás de cada platillo. Además, suelen explicar con entusiasmo el origen de los ingredientes o el sentido de las combinaciones. Es un restaurante que no solo alimenta el cuerpo, sino que también despierta conciencia y admiración por las culturas originarias.

El rango de precio es notablemente accesible: entre 100 y 300 pesos mexicanos por persona, puedes disfrutar una experiencia completa con comida, bebida y postre. Taniperla no busca ser exclusivo, sino inclusivo: quiere que más personas conozcan la cocina tseltal y entiendan la conexión entre tierra, cocina y comunidad. Y por si fuera poco, sí admite mascotas, especialmente en su área exterior, lo que lo convierte en un lugar ideal para desayunar o comer acompañado de tu perrito sin preocuparte. En un destino con tantas opciones gastronómicas, Taniperla sobresale por su honestidad, su sabor y su profundo respeto por lo que representa cocinar en México.

7. Grill House La Azotea (Centro Histórico)

5/5

En lo alto del bullicioso Andador Turístico de Oaxaca, justo frente a la majestuosa iglesia de Santo Domingo, se encuentra Grill House La Azotea, un restaurante mexicano que combina cocina de autor, coctelería creativa y una de las mejores vistas del Centro Histórico. Ubicado en una terraza elegante, este restaurante logra equilibrar lo contemporáneo con lo tradicional: mesas amplias, iluminación cálida, vegetación integrada y una panorámica que simplemente quita el aliento. Es el lugar ideal para disfrutar del atardecer oaxaqueño mientras compartes un buen platillo y una copa de mezcal.

Es ideal para desayuno, comida o cena, ya que abre desde las 8:00 de la mañana y permanece activo hasta la noche, ofreciendo distintos ambientes según la hora del día. Por la mañana, el brunch incluye opciones ligeras como tostadas de aguacate, huevos al gusto y café de especialidad. A la hora de la comida y por la noche, el menú se vuelve más robusto con propuestas como tacos de short rib, cortes al grill, pastas con ingredientes locales, ensaladas con chapulines y platillos que fusionan técnicas modernas con sabores oaxaqueños. Todo está bien pensado: desde la vajilla hasta el emplatado, sin caer en pretensiones.

El espacio es ideal para parejas, amigos o grupos pequeños, ya que su diseño amplio permite tanto cenas íntimas como reuniones relajadas. Es frecuente ver parejas celebrando aniversarios, grupos de amigos brindando con mezcal o viajeros disfrutando de una cena con vista. Además, en ocasiones hay música en vivo que acompaña la experiencia sin robar protagonismo. La atención es profesional, cercana y siempre dispuesta a recomendar opciones según tu antojo. Si buscas un lugar que ofrezca comida rica, ambiente de altura y atención cuidada, La Azotea es una apuesta segura.

En cuanto al presupuesto, el rango de precio por persona está entre 310 y 500 pesos mexicanos, dependiendo de lo que elijas. Puedes disfrutar de una comida completa con bebida y postre sin que la cuenta se dispare. Es ideal para quienes quieren vivir una experiencia distinta sin romper la cartera. Además, sí admite mascotas, lo cual suma puntos si planeas ir acompañado de tu lomito. Sus áreas al aire libre y la vibra relajada del lugar hacen que todos se sientan bienvenidos. Una joya en las alturas del centro que invita a regresar, ya sea por su vista, su sabor o su atmósfera inolvidable.

¿Y si el mejor platillo aún no lo pruebas?

Después de recorrer estos siete rincones de sabor oaxaqueño, queda claro que en Oaxaca se come con el alma. Cada restaurante tiene su propia historia, su sazón y una manera muy particular de rendir homenaje a la cocina mexicana. Ya sea desde una terraza con vista al Santo Domingo, entre anafres y tortillas hechas a mano, o con un mezcal servido con sal de gusano, cada experiencia deja huella. Y lo mejor es que la ciudad —y sus alrededores— todavía guardan muchos más secretos culinarios listos para ser descubiertos.

Si este recorrido te abrió el apetito y te dejó con ganas de más, no te detengas aquí. En el blog de Reservándonos encontrarás muchas más rutas para antojarte: desde las mejores terrazas en Oaxaca hasta cafés escondidos, brunches para dominguear o mezcalerías que cuentan historias en cada trago. Porque en esta tierra, el sabor nunca se acaba… solo cambia de forma. Así que guarda este artículo, compártelo con tu gente y prepárate para seguir explorando, porque Oaxaca tiene mucho más que ofrecer. Y nosotros, muchas más recomendaciones que darte.

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